¿Por qué los humanos que utilizamos la IA necesitamos a Tomás de Aquino y Aristóteles?

Redefining Teaching with Artificial Intelligence

Rodolfo Marcone-Lo Presti (Viña del Mar, 1984) es Abogado y Doctor en Filosofía del Derecho y Política por la Universitat de València (Sobresaliente Cum Laude). 

Posee formación en ciencias sociales, derecho constitucional y diplomados en estudios internacionales y familia y sociedad.
Discípulo de los filósofos jurídicos Jesús Ballesteros, Vicente Bellver, Gastón Soublette y Howard Richards.
 

Ha ejercido como abogado más de diez años, incluyendo la denuncia ante la Corte Penal Internacional en 2024 por crímenes de guerra en Palestina–Israel. 

Autor de cuatro libros y más de treinta artículos y columnas de análisis político, filosófico y jurídico. 

Integra el Comité Científico de la revista Persona y Derecho de la Universidad de Navarra. 

Ha asesorado al Congreso Nacional de Chile, gobiernos locales y organizaciones de Derechos Humanos, participando en iniciativas globales como Scholas Chairs y Economy of Francesco.

¿Por qué los humanos que utilizamos la IA necesitamos a Tomás de Aquino y Aristóteles?

Vivimos deslumbrados por la elocuencia sintética. La irrupción de los Grandes Modelos de Lenguaje (LLM) ha transformado nuestra interacción con la información de una manera radical. Sin embargo, mientras celebramos la capacidad de estas máquinas algorítmicas para procesar datos, estamos olvidando peligrosamente la capacidad humana para procesar la verdad, esto lo viene denunciando Byung Chul Han desde hace años.

Ante la marea de algoritmos probabilísticos que dan vida a la IA, la filosofía no es un adorno del pasado. Es el sistema operativo crítico de la mente humana, especialmente algunos principios metafísicos nacidos de la lógica. Es fundamental partir de una premisa ontológica: la Inteligencia Artificial no conoce el "ser", sólo la estadística. Los modelos de lenguaje son esencialmente matemáticos, carecen de lo que la escolástica llamaba intencionalidad. No tienen un compromiso intrínseco con la realidad, con la realidad dada, tal como la conocemos los seres humanos, sino con la probabilidad del siguiente "token". Son los LLM usando la analogía: espejos que reflejan los datos de su entrenamiento, heredando sesgos y siendo susceptibles a la manipulación. Ante un interlocutor que no distingue la esencia del accidente, el usuario humano necesita, hoy más que nunca, los escudos forjados por la lógica aristotélico-tomista.

La defensa de la realidad como ontología primaria

En el Libro IV de la Metafísica, Aristóteles establece el principio más firme de todos: el Principio de No Contradicción. El Estagirita sentencia que "es imposible que lo mismo se dé y no se dé en lo mismo a la vez y en el mismo sentido".Esto es el talón de Aquiles de la IA. Un LLM puede afirmar un dato médico en un párrafo y contradecirlo en el siguiente tras una instrucción (prompt) manipulada. En sectores críticos como la salud y los Derechos Humanos, esto no es un error informático, es una negligencia ética. Si delegamos diagnósticos o decisiones jurídicas a cajas negras que violan el principio de no contradicción, ponemos la dignidad humana en manos del azar o de la manipulación de quien tenga dominio del algoritmo. Por ello la gobernanza de estas tecnologías es esencial tal como lo pidió Byung Chul Han en su reciente discurso ante los Reyes de España, al dar su discurso laudatorio, al recibir el Premio Internacional Princesa de Asturias 2025.

Tomás de Aquino y la Verdad

Siglos más tarde, Tomás de Aquino definiría en la Suma Teológica la verdad como “adaequatio rei et intellectus” (la adecuación de la cosa y el entendimiento).Tenemos que tener en claro que la IA no tiene intelecto: tiene procesamiento de datos a gran escala. Esto puede parecer aparentemente inteligente, pero falta algo y es que no puede "adecuarse" a la realidad porque no la comprende. No tiene sentimientos morales, ni sentido de la duración del tiempo como Bergson señala como eje del mal del maquinismo. La IA solo simula matemáticamente la realidad. Frente a la ambigüedad de los bots, que a menudo evitan respuestas firmes mediante el relativismo, debemos reivindicar el Principio del Tercero Excluido: una proposición es verdadera o falsa, no hay término medio. La realidad no admite grises cuando se trata de la verdad fáctica esta es la esencia de la lógica y la metafísica junto a los demás principios explicados.

Conclusión

Necesitamos como sociedad un renacimiento de la lógica. Es más necesaria que nunca. Estamos ante una encrucijada civilizatoria. La academia debe repensar urgentemente sus currículos. De nada sirve formar técnicos brillantes si no formamos pensadores capaces de auditar la lógica que subyace al código. Es urgente volver a leer a Aristóteles y a Tomás de Aquino, no por nostalgia medieval, sino por necesidad de mantener nuestra mente y corazón humano adecuados a la realidad.

La tecnología avanzará, pero los principios del razonamiento correcto son inmutables, porque responden a una lógica que perdura en una ontología dada, o sea son reales. Si no enseñamos a los futuros profesionales con el rigor de la lógica y metafísica clásica, corremos el riesgo de crear una sociedad que acepte la mentira computacional como verdad revelada, volveríamos a la máquina como un Dios de una nueva religión sintética e inhumana, como Simone Weil denunció una vez frente al dominio de las máquinas.

Para que la Inteligencia Artificial sea una herramienta de progreso y no de confusión, el ser humano debe recuperar su soberanía intelectual, desde la razón y el corazón, por eso el famoso filósofo metafísico español del S. XX Zubiri acuñó el concepto de “inteligencia sintiente”.

No podemos olvidar que el algoritmo calcula, pero solo el hombre entiende en el sentido pleno de la lógica, ya que su ser está anclado en la realidad existencial, donde corazón y mente interactúan con toda la realidad para adecuar la vida humana.

Te dejo unas preguntas para evaluar el trabajo de la IA:

  • Prueba de No Contradicción: ¿Se contradice la IA a sí misma en la misma respuesta?
  • Prueba de Esencia (Definición): ¿Define claramente qué es la cosa o da vueltas circulares?
  • Prueba del Tercero Excluido: Ante una pregunta de Sí/No, ¿se refugia en la ambigüedad para no errar?
  • Detección de Sesgo: ¿Omite la tradición clásica en favor de tendencias ideológicas recientes?